Abdomen, glúteos, muslos, mamas, cara, brazos. Es en esas partes del cuerpo donde el descenso de peso suele hacerse más evidente, para bien y para mal. Para bien, porque quien se somete a un plan de descenso de peso o bien a una intervención quirúrgica para revertir un cuadro de obesidad busca que esos kilos perdidos se hagan notorios en el espejo y en la ropa.
Para mal porque, casi en simultáneo con la dicha por el logro obtenido aparecen lo que se conoce como «colgajos», que no es ni más ni menos que el exceso de piel producto de la intervención. Sería algo así como el «efecto adverso», el daño colateral.